La lucha por el reconocimiento: una discusión social-política entre Honneth y Hobbes

[A] La lucha del reconocimiento, esbozada por un Honneth inmerso en la tradición hegeliana, es importante en la discusión sobre la construcción del individuo y su relación con otros; además, permite combatir la tradición hobbesiana, creadora del estado de desconocimiento. Mi trayectoria aquí es realizar una discusión entre Hobbes y Honneth, aseverando que el primero mantiene una posición sobre el desconocimiento mientras que el segundo sostiene una postura del reconocimiento. Requiero, por esto, explicar qué es el reconocimiento y la lucha por él.

[B] El reconocimiento, al ser la afirmación intersubjetiva de las propiedades generales (legales) que vuelven al ciudadano autónomo y las particularidades que lo hacen individuo (sus habilidades, sus relaciones afectivas), se establece en relaciones éticas —esto es, formas de interacción social que afirman un grado de reconocimiento— para dar un tipo de mutualidad entre sujetos dispares. Pero estas relaciones serán siempre temporales. Pues si bien en cada relación ética uno aprende algo de sí mismo y se confirma socialmente, habrá aún así un reconocimiento ineficiente, por lo que tendrá que abandonar ese tipo de relación, por medio del conflicto, “en orden de alcanzar el reconocimiento de una forma más demandante de su individualidad. En este sentido, el movimiento del reconocimiento que forma la base para una relación ética entre sujetos consiste en un proceso de etapas alternantes entre reconocimiento y conflicto(Honneth, 1996, p17)[1].

[C] Con Hobbes se plantea que para la formación del Estado hay que cancelar la “naturaleza violenta”, sustituyéndola por obligaciones que hagan muy estrecha el campo de acción (id est, sus libertades) para que se dé la mutualidad. Honneth, siguiendo a Hegel, en cambio plantea que una teoría del Estado debe presuponer relaciones intersubjetivas desde el comienzo de las primeras relaciones éticas. Sin embargo, esta interdependencia es naturalmente conflictiva. Pues, como ya se dijo, la condición que hace posible el paso de una relación ética a la siguiente es el conflicto entre un sujeto con otro, donde ambos descubren que a medida que uno le impide al otro la confirmación completa de su identidad, entonces existe un grado de reconocimiento insuficiente que será alcanzada sólo cuando se vean como sujetos interdependientes; pues la lucha por el reconocimiento nace porque ambos sujetos se consideran insuficientemente reconocidos (sea sobre la autonomía de su cuerpo, sus derechos o sus habilidades o rasgos particulares) y la siguiente relación ética nace cuando se alcance el reconocimiento recíproco en un mejor grado.

[E] Volviendo con Hobbes, quien le da un carácter negativo a la lucha, Honneth nos dice que sacrifica el contenido liberal del contrato social para lograr detener la amenaza del conflicto con el fin de alcanzar la paz. Este extremismo se da por el esbozo que tiene de la persona: quien no sólo es temeroso de la muerte violenta, sino que también es una criatura ambiciosa. Son estos rasgos desmedidos los que otorgan a la comunidad su carácter fatalista, donde irá a implosionar o ser derrocado por el espíritu de conquista entre pueblos. De aquí nacerá el razonamiento que dará apertura al Estado despótico que desconocerá las libertades de sus ciudadanos al concebirlas amenazantes y, de ahí, la escisión tajante entre la moralidad con la política, donde algo sea moralmente incorrecto pero políticamente excusable, como el asesinato, la tortura, etc., en fin, el desconocimiento de derechos. La justificación se debe a que Hobbes busca el cese del “estado de guerra” entre los sujetos naturalmente conflictivos. Para entender esto, entonces, habrá que caminar por esta pintura hobbesiana que pasa por la comprensión del ser humano al estado de naturaleza y, finalmente, la formación del Estado.

[F] En F. 1 partiré de lo que se dijo ya, preguntando: ¿cómo está constituido el ser humano? En F. 2 preguntaré: ¿qué ocurre cuando estas criaturas autómatas interactúan entre sí? Con F. 3 preguntaré: ¿Cuál es la consecución de haber formado el pacto para la generación del Estado? Así daré el esquema hobbesiano que conduce al estado de desconocimiento.  

[F.1] La constitución humana, Hobbes nos dice, proviene de las sensaciones generadas en el cuerpo por el choque de los objetos externos sobre los órganos —como el ojo produciendo el color de un rayo de sol—, concibiendo así diversas impresiones del objeto, esto es, su apariencia. Pero no ocurre sólo esto; nuestro cuerpo es capaz de generar emociones y juicios sobre personas a partir de la interacción: el encuentro social podrá efectuar tanto placer como displacer, decirnos que algo es bueno o malo, etc, y lo hará de forma diversa, esto es, produciendo en algunos disgusto mientras que en otros no dependiendo cómo el cuerpo de cada individuo haya sido afectado por estos fenómenos externos. Este modo de interactuar será el medio que tendremos con el mundo y los Otros; por ella, además, es que se generará el conflicto: debido a  que no hay fuerza legal que restrinja las acciones, a que hay una diversidad de impresiones generadas en la interacción y que compartimos el rasgo de la ambición como también el temor a la muerte, el resultado será la desconfianza y el estado de guerra. No es sorpresa que esto dé la disparidad tajante entre sujetos, ello es, la equidistancia simbólica entre el Uno y el Otro que hará casi imposible las relaciones interpersonales. Ricoeur nos dice (2005): “...estos humanos que en el Estado de Naturaleza ignoran el ejercicio de la estimación en términos de preferible moral. Queda el miedo a la muerte para regir las evaluaciones sobre lo permitido”(p.174)[2].

[F.2] Esto dará forma al Estado de Naturaleza, donde habitan las criaturas antes de formar parte del Estado y, en tanto criaturas sin Estado, existirán unos con otros, esto es, en la “estructura de la negación de reconocimiento que halla en la desconfianza su experiencia más cercana y, en la vanidad, su motivación más profunda”(Ricoeur, 2005, p. 173) [3]. De aquí la razón del eterno suspenso de la guerra mientras no haya Estado, que cesará sólo cuando se establezca el pacto.

[F.3] ¿De qué clase será éste? Uno despótico [4]. Bobbio nos comenta que el libramiento del Estado de Naturaleza es análogo al de un pueblo siendo conquistado:

“... el Estado surge de un pacto… que tiene el objetivo de obtener la seguridad de la vida mediante la sumisión recíproca a un solo poder. En nada es diferente… [a lo] que se da entre el vencedor y el vencido. El vencedor tendrá el derecho de quitarle la vida al vencido, el cual para permanecer vivo renuncia a su libertad… [y en] su sumisión ofrece al vencedor sus servicios, es decir, le promete servirlo; el vencedor, por su parte, ofrece… su protección. Tanto en el pacto que da origen al Estado civil como en el que existe entre el vencedor y el vencido el bien supremo, al que se apega, en el primer caso, la voluntad de los individuos que intentan salir del Estado de Naturaleza, en el segundo, la voluntad del vencido, es la vida” (Bobbio, 2001, p.100) [5]. 


El soberano tendrá un poder monolítico, absoluto, pues Hobbes considera que la división de poderes creará un monstruo de tres cabezas, dirigiendo el Estado sin sincronía y fallando en cumplir la promesa de la paz. Ésta será sólo alcanzable cuando el ciudadano se somete completamente al soberano y, con ello, también sus poderes (derechos, libertades) que son siempre factores potenciales para el desequilibrio; aquí, entonces, el desconocimiento de las propiedades del sujeto será una condición para alcanzar la paz. Se hace claro, entonces, por qué se hacen súbditos voluntarios: de otro modo, volverán al estado de naturaleza, es decir, al desvanecimiento de las posibilidades de la paz.

        [G] Termina así el camino hacia el desconocimiento. Su infraestructura aquí será: que la alteridad no es acogida, sino hostilizada, pues entre más las libertades se poseen aumentará la disincronía en el manejo de la paz; entre sujetos, ambos se reconocerán sólo como amenazas con poderes análogos para lastimarse.



[H] Avanzaré ahora con Honneth a través de los tres tipos de reconocimiento hegelianos, cuya función es dar una confirmación completa—contrario a Hobbes, que buscaba negarlo— del sujeto, tanto de su constitución intersubjetiva como de sus capacidades. A medida que van siendo susituidas las relaciones éticas por otras irá dándose una progresión mayor confirmación de estas tres dimensiones 

[I] Mientras que en Hobbes el sujeto se desarrolla solo, con una tendencia natural a la ambición y un miedo a muerte, obteniendo así una intuitiva desconfianza al otro, en Honneth el sujeto siempre está desarrollándose junto a otro. Aquí, en la dimensión afectiva,  lo hará en la relación madre-bebé, donde se desarrollará la "confianza en sí mismo" a partir de la confianza en el otro, ya que ambos se comprenderán interdependientes, esto es, sosteniéndose a sí mismos afectivamente y, de ahí, obteniendo la confianza en sí mismo para buscar la independencia de buscar proyectos de vida individuales. Por otro lado, aquí la interacción es conflictiva debido a la lucha por el reconocimiento, donde ambos demandan relaciones más complejas de dependencia-independencia: durante el crecimiento, se desafiará la independencia de la madre para saber si ella se subsume a la realidad del objeto manipulable o responde a una demanda de respeto; de manera similar, el bebé luchará por no someterse al control de la madre, pero también por demandar su continua relación afectiva; ambos, en fin, buscan la afectividad que viene de la dependencia, pero también desean el incremento continuo de su autonomía, esto es, de moverse libremente a donde deseen.

[J]  El paso al Estado, con Hobbes, se realizó para evadir el estado de guerra, abandonando así cualquier derecho. No obstante, con el Honneth hegeliano, el reconocimiento es posible sólo si se hay premisas universales sobre la moralidad y que las normas que se establecen pasan por el acuerdo racional entre sujetos autónomos. De esta manera, el establecimiento del Estado es posible sólo si la persona posee poder participativo, es decir, derechos individuales que le permitan levantar demandas, por ejemplo, con respecto a las libertades que merece. Su justificación para esto es: como uno se encuentra siempre en el marco de las relaciones intersubjetivas, hay una la lucha por el reconocimiento de poseer derechos individuales, donde se lucha por ese poder poder participativo; como los miembros de la comunidad forman parte del mismo marco social, tendrá que haber un reconocimiento recíproco donde los dos se vean con los mismos derechos y, por consecuencia, verse sometidos a una lógica de obligaciones.

[J.1] Honneth establece ese nivel de complejidad relacional porque considera que uno es capaz de ser moralmente responsable; esto es, de manera autónoma, tomar decisiones racionales sobre asuntos morales, apegarse a ellos y, de ahí, establecer una lógica de las obligaciones. Por tanto, en la lucha por el reconocimiento, el sujeto es capaz de demandar que se cumplan sus derechos, pues, una vez establecidos en la constitución de la persona legal, también tiene la capacidad de reformular su conducta dentro del marco de la ley para cumplir con las obligaciones que estos derechos presuponen entre personas legales.  

“[Los] adultos obtienen, por la experiencia del reconocimiento legal, la posibilidad de ver sus acciones como la expresión universalmente respetada de su propia autonomía. La idea del respeto hacia sí mismo está en las relaciones legales…. ver los derechos como símbolos despersonalizados de respeto social….  [Aquí] surge la forma de la conciencia en donde uno es capaz de respetarse a sí mismo porque uno merece el respeto de todos los demás” (Honneth, 1996, p.118) [6]


Esta experiencia sin duda es desconocida en Hobbes, ya que desconfía de las capacidades morales en el sujeto, manteniéndose así la aporía de la mutualidad, pues sus ciudadanos estarán siempre insatisfechos —esto es, en su reconocimiento—, viéndose así incapaces de cooperar, por ejemplo, en la meta hacia la paz. En Honneth, en cambio, para que se establezca la ley se exige la cooperación de los sujetos, alentando a sí la posibilidad siempre inmanente hacia mejores relaciones éticas.

        [K] Pasando a la estima social, donde las habilidades que posee uno son reconocidas por otros sólo si entre ellos comparten ciertos valores y metas, y, además, en tanto tales habilidades—que hacen distinguir a uno como individuo— contribuyan al logro de éstas. Las habilidades se valoran dentro del marco cultural de acuerdo a su efectividad para promover valores y lograr metas sociales; ellas serán siempre medios para la trayectoria que desee tomar cierta comunidad histórica. Pero Honneth (1996) nos dice de la estima social:

“Su alcance social y la medida de su simetría entonces depende tanto del grado de pluralización del horizonte de valores definido socialmente y el carácter de los ideales de la personalidad que salen de ahí. Entre más concepciones de las metas éticas estén abiertos a diferentes valores y entre más los arreglos jerárquicos den paso a la competencia horizontal, será más claro que la estima social adquirirá un carácter individualizante y generará relaciones simétricas”(Honneth, 1996, 122) [7].


De esta manera, la retórica del Estado absolutista en Hobbes es rechazada por el modelo “honnethsiano”: si bien la estima proviene en parte de ser capaz de contribuir socialmente, por ejemplo, al alcance de la paz, el estima hacia sí mismo—esto es, la experiencia positiva de sí— se da de saberse que posee capacidades individuales que le hacen distinguirse y que poseen un valor social. Se trata de un tipo de respeto hacia sí mismo, necesario para las relaciones éticas, por lo que el Estado tendrá que promover el pluralismo de valores para que los individuos puedan desarrollar distintos modos de vida, con distintas habilidades requeridas en cada uno.      

      [K.1] Pasando a la lucha por el reconocimiento, será el intento de las comunidades por promover un sistema de valores y metas. Pero contrario a la visión jerárquica en Hobbes, para que el reconocimiento de ese pluralismo sea posible será requerido un modelo horizontal donde la lucha transmute a ser el intento de la expansión de valores para incluir más habilidades que sean estimadas y, por tanto, más modos de vida distintos. Esto será posible con un modelo relacional de solidaridad: ahí cada miembro tiene una preocupación honesta de que se reconozca la estima social del otro porqué, de ese reconocimiento recíproco, se promoverá una de las metas sociales, que es, la continua expansión de la pluralización de valores.

        [L] Terminando, en Hobbes hay un camino continuo hacia el desconocimiento, mientras que en Honneth el impulso es hacia el reconocimiento. Ambos buscan la mutualidad entre sujetos dispares, pero mientras que Hobbes ve esa posibilidad en el dominio del sujeto para evadir el conflicto, con Honneth no se evade el conflicto, sino que es el motor para establecer mejores relaciones sociales que llevarán al reconocimiento mutuo. Honneth no niega la condición individual para que se logre la cooperación, sino que  asume que la autonomía del sujeto siempre será una parte central en la discusión. Ignorar la necesidad por la autonomía hará que la lucha fructífera del reconocimiento torne a un estado de guerra donde la interacción sea imposible debido a que ninguno reconoce del otro su autonomía [8]. Al final, la comunalidad e individualidad no han de ser simbólicamente equidistantes; habrá de verlas mejor en la mesa redonda (o democrática) donde se da la discusión de la relación dialéctica entre el reconocimiento y el conflicto, es decir, en la lucha por el reconocimiento, que, como se vió al inicio, actúan en las relaciones éticas mostrando que el modelo de reconocimiento es insuficiente y, por ello, se remitirá de nuevo a la lucha como conductor hacia  mejores modelos de reconocimiento.





[1] Honneth, A. (1996). Struggle for Recognition: The Moral Grammar of Social conflicts. Massachusetts, United Estates: The MIT Press. La traducción es mía. Traducción de Joel Anderson “... in order to achieve the recognition of a more demanding form of their individuality. In this sense, the movement of recognition that forms the basis of an ethical relationship between subjects consists in a process of alternating stages of both recognition and conflict”.
[2] Ricoeur, P (2005) Caminos del Reconocimiento: Tres Estudios. España: Trotta.
[3] ibid. Esta formulación de “unos con otros” no se abandona en el Estado —pues la conciliación nunca es alcanzada en Hobbes, prevaleciendo como aporía en toda su teoría—, solamente que encuentra su expresión más fuerte en el estado de naturaleza al mostrar cómo desde ahí la mutualidad recíproca se vuelve inasequible.
[4] Bobbio, N. (2001). La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica. Despotismo es entendido aquí como “la forma de dominio en la que el poder del príncipe sobre sus súbditos es de la misma naturaleza que el poder del amo sobre sus esclavos” (p. 100).
[5] ibid.
[6] Honneth, Axel. (1996). Struggle for Recognition: The Moral Grammar of Social conflicts. Massachusetts, United Estates: The MIT Press. Traducción de Joel Anderson: “...adult subjects acquire, via de experience of legal recognition, the possibility of seeing their actions as the universally respected expression of their own autonomy. The idea that self-respect is for legal recognition… [as] viewing their rights as depersonalized symbols of social respect…. [This] gives rise to the form of consciousness in which one is able to respect oneself because one deserves the respect of everyone else”. 
[7] Ibid. Their societal scope and the measure of their symmetry then depend on both the degree of pluralization of the socially defined value-horizon and the character of the personality ideals singled out there. The more conceptions of ethical goals are open to different values and the more their hierarchical arrangement gives way to horizontal  competition, the more clearly social steem will be able to take on an individualizing character and generate symmetrical relationships”. Por competencia horizontal estoy pensado  que el establecimiento de la trayectoria se realice por un medio democrático, contrario al pacto con el soberano absoluto —vertical— en Hobbes. Cuando habla de simetría se trata de que cada persona tenga la posibilidad de ser reconocido debido a que las habilidades que posee sean valoradas como contribuyentes para la sociedad.
[8] En la primera dimensión del reconocimiento, su autonomía para buscar su independencia física para moverse y buscar proyectos particulares de vida; en el segundo, ser capaz de ser una persona moralmente responsable y tomar decisiones racionales sobre asuntos morales; en el tercero, de poder desarrollar un plan de vida  y, aún con ello, desarrollar capacidades o habilidades que puedan ser valoradas en el mapa de la contribución de las metas sociales.

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