Pensamientos sobre la Biblioteca de Babel
4. And they said, Go to, let us all build us
a city and a tower, whose top may reach
unto heaven; and let us make us a name,
lest we be scattered abroad upon the
face of the whole earth [...]
6. And the LORD said, Behold, the people
is one, and they have all one languaje;
and this they begin to do: and
now nothing will be restrained from
them, which they have imagined to do. [...]
9. Therfore, is the name of it called
Babel; because the LORD did there
confound the languaje of all the earth:
and from thence did the LORD scatter
them abroad upon the face of all the earth
Primer pensamiento.
Un universo que almacena todas las lenguas y, al hacerlo, encapsula todas las posibilidades de lo que puede llegar a ocurrir. Él --capaz de guardar todo como si se tratase de una Bibilioteca, cuyo ordenamiento minuciso y detallista se da como si hubiere un contador, capaz de colectar todo y no dejar que nada se le escape-- se ha auto-engendrado; dentro de esto que uno llama la Biblioteca de Babel, se ha visto, gran entidad cosmogónica, y ha dicho que es Uno, es decir, todo un universo que exisitirá y sobrepasará al género humano, ab aeterno; de ella naceremos y dentro de ella pereceremos[1]; en él reside todo y, por ello, se ha nombrado así: infinito universo: dentro de él, todo existe junto a las infinitas posibilidades de lo que puede llegar a ser --lo único que se rechaza aquí es lo que es imposible de llegar a ser, pero todo lo demás es permisible: <<Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basílides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito>>.
En la Biblioteca prevalece todo lo que ha de conocerse. Ella es la contenedora del infinito. Uno, y eterno con un sin fin de posibilades. Es decir, un conocimiento que posee todo y, sin embargo, también parece no tener final. ¿Qué clase de estructura arquitectónica es ésta? ¿Acaso la estructura hexagonal que nos describe Borges es capaz de elevarse al monumento, a tal simbolismo mitológico cosmogónico? ¿No será mejor, como los místicos, presentarla en forma de circulo, una figura a la cual no se puede ver su boca ni su cola, es decir, que parecer ser por siempre autocontenida, definida, ordena, pero cuyos márgenes circulares son imposibles de atisbar al horizonte, siguiendo así la promesa de la eternidad?
En esta gran boveda celeste residimos, donde los ojos extendidos pueden ver su eternidad junto a su cielo estrellado que, sea para el norte, sur, este u oeste, cada uno de sus techos parecen ser idénticos unos de otros, copias del centro donde alberga el libro circular que Borges llamo Dios, al cual --en estilo panteísta-- interpreto como aquél que es en sí el catalogo de catalogos de todo en cuanto se encuentra aquí. Y si bien uno puede razonar que la promesa del infinito se derrumba con esta información, en tanto cada parte de nuestra boveda parece ser la misma por donde se mire --la misma oscuridad, tenumente iluminada por una cantidad de estrellas--, copiándose así mismo para dar la falsa promesa del infinito, otros, como Borges, deciden ver la promesa de éste: a lo lejos, en ese punto donde alberga el cielo con sus astros y soles, donde ese mismo cielo comienza a difuminarse y dejar de verse como si fuera también una parte orgánica del universo para empezar a confunidirse por una baranda, bajísima, fácil de chocar y tropezar si uno camina sin cuidado por ahí; en ese pozo cuya densidad infinita nos desintegra si resbalamos, es donde todas las posibilidades se realizan: más allá, infinitas estrellas más.
[1]<< Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden desifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací.>>
SEGUNDO PENSAMIENTO
He de notar, primero, un punto interesante, no particular a este cuento u otro, sino más que nada (hasta ahora; y sólo he leído unos pocos) lo que parece una regla común: que, a pesar de la cuenta extremadamente limitada de páginas decididas a usar --la Biblioteca de Babel va, desde mi edición, de la 83 a la 92--, hay todo un universo complejo y que se va expandiendo a cada hoja que avanzo. Parece que los cuentos de Borges son como granos de arena de una isla: apartados de todo, con su propia identidad --pues es la isla borgesiana--y cada uno de esos granos, a pesar de verse ocupando un diminuto espacio, un gramo, en cada uno de ellos se encuentra un universo.
Supongo, entonces, si es sensato hacer una analogía, de ver esta Biblioteca de Babel como si fuera la propia Isla, aquélla que no sólo contiene granos de arena, sino que éstas son también parte del cimento de la propia isla, de la misma manera que ninguna Biblioteca puede sustentarse si no sostiene como mínimo un texto --¿acaso existe una isla sin arena, o una Biblioteca sin algún libro?
Me gusta pensar que Borges es más ambicioso, observar en él alguien interesado no sólo alguien que habla del canon de su obra, sino que está dando también preguntas de tipo ontológico. Por eso, cuando comienza diciendo << El universo (que otros llaman la Biblioteca)...>> no habremos de limitarnos meramente a su propia colección, sino a todo lo que se conoce del universo; habré, así, de asumir algo que considero razonable: que todo lo que uno sabe --por tendencia natural--tenderá a anotarlo [1]; así, no sólo hablamos de Borges, quien una vez uso pluma y papel para llegar a su Isla, sino de toda la historia, ésta que se conoce porque múltiples personajes la han anotado y guardado con un tipo de tinta especial.
Los mundos de Borges hoy se encuentran en esa Biblioteca. El universo de la vida --¿habrá un libro del universo de la muerte, aquella que describe lo que pasa después de la vida, o habrá de ver tal libro como una imposibilidad?-- lo ha encapsulado y, esto querrá decir, le protegerá; por ello, esos mundos borgesianos los encontraremos en todos los idiomas posibles. Pero, lo que yo busco preguntarme de Borges, es si puedo concebir no sólo la variedad idiomática del texto de la Biblioteca de Babel, sino que sus Ficciones (o quizá toda su obra) pueda aparecer en esta Biblioteca bajo otro autor: quizás un joven argentino y contemporáneo de Borges; puede ser que se trate de un joven, pero que encuentra su albergue en otra parte de iberoamérica --Pero, ¿podría imaginar al autor naciente de Alemania o, más aún, de una Alemania edel S. XVI? Quizás ya es bastente sorprendente pensar en otro autor además de Borges, pero es posible; no obstante, la autoría posee sus límites: jugando con la misma argumentación borgesiana: Borges, autor de la Odisea. Deben haber limites sobre la posibilidad: no podemos imaginar la Odisea bajo orígenes de un argentino en medio del S. XX y, para dar otro ejemplo, parace inconcebible creer que una Alemania ilustrada (anti-romántica y siguiendo una física distinta a la antigua hebrea) vaya a dar cuerpo a la Biblia.
El mundo se compone por las partes,entonces; es decir, se compone por los distintos sucesos históricos que vienen a escribir de sí mismos como pueblos, pero también como "seres ahí"olvidados en la tierra objetual, concreta, repleta de comida, enfermedades y leyes físicas. Situados históricamente, la no todos poseen autoría para escribir cualquier libro (Pierre Menard). No obstante, algo que está dentro de los rangos de la posibilidad es la re-imaginación del texto. Por ejemplo, existe una copia de Robert Graves de "King James" y "I, Claudius", ambos textos hablando de eventos pretéritos, moviéndose en una cuerda que se tambalea entre la historia y lo ficticio. Además, con mi copia frente a mi de la Biblia, versión King James de 1611, la cual se apoyó de otras traducciones para su elaboración --¿puedo decir, entonces, que se creó una nueva Biblia dentro de un escenario extemporáneo? Se trata de una complicada pregunta, pero creo aún poder decir que no; incluso si carece de originalidad, donde la costumbre europea termina por tapar las voces del antiguo pueblo judío, acaso aún se podrá argumentar que, después de todo este tiempo, no podemos decir que se trata de otra Biblia --la Biblia europea, que en cierto modo lo es--, pues aún busca prometer que sigue conciliada con la tradición de la primera copia. De otro modo, se le acusaría de faltar respeto a la "ta Biblia", la colección de los pergaminos que se escribieron, y después soldaron en un solo texto, en los primeros tiempos de la historia.
Quizás de esta manera lo desigual y lo igual lográn coexistir, es decir, lo uno y lo otro; lo hacen a través de traducciones y copias. Pues la copia de la Biblia que nació cuando esta tradición del pueblo judío existía era una "parte" del mundo completamente distinta de la copia bíblica de 1611, la cual pertenecía a otra tradición; no obstante, a pesar de la diferencia entre ambos pueblos, ambos permanecen conectados. La argumentación sería aquí que tal conexión se da por dos partes.
(Primero) En lo comensurbable y comprensible, es gracias a la traducción de la Biblia, el cual permite a uno reescribirla, tratando de mantener fidedigno el texto, pero, al mismo tiempo, adaptándolo a los oídos contemporáneos; así, el texto escrito (este que se escribe a partir del lexico y la semántica del idioma, la sintaxis que sigan y los modos verbales y temporales que posean) será, para muchos casos, la conciencia del pueblo y, de esa manera, la Biblia prevalecerá, pero en el segundo plano, en la reedaptación para acoplarse al pueblo donde ha sido escrita.
(Segundo) Hay una ambigüedad, la cual se trata de que, al decirnos que somos un género humano, entonces habrá puntos en común entre nosotros. A pesar de la distancia temporal que un ingles tiene con las doce tribus de Israesl, ambos no son completamente extraños. A partir de ahí, y bajo un espíritu ambicioso, seremos capaces de, a través de los siglos, adaptar de manera fidedigna el texto bíblico --y aquí texto también posee matices de acción: escribir, actuar, pensar; por ello, ser capaces de mantener ese elemento de ser fidedigno involucra que algo del mundo pasado es también preservado hoy: por esto, además, también podemos decir que ciertas prácticas, como la esclavitud, se encuentran desactualizadas, pero que la angustía reflejada en los Salmos y, con ello, las preguntas que se levantan, aún se mantienen hoy: el joven de la tribu de Israel aún puede llegar hasta hoy por medio de sus textos y preguntarnos sobre la vindicación de su existencia.
¿De un texto antiguo --sean sus enseñanzas morales, estéticas, sociales, políticas, ganaderas, científicas-- podemos desechar todo; podemos, en completa aseveración, enajenarlo de la existencia?
[1] Ocurre así que, incluso con aquellos que toman el voto de abstinencia para vivir por el ejemplo, sus seguidores quedan tan deslumbrados que no pueden más que imitarlo y escribir sobre tal personaje. El ejemplo más claro aquí son los personajes de Sócrates con Platón y Jesus con sus discipulos.
TERCER PENSAMIENTO
Entre toda la inmensidad de la Biblioteca, aquella que encapsula todo lo que existe --todo lo que las veintidos letras, puntos, comas y espacios pueden anotar--, se encuentran todas las posibilidades lógicas que puede usar una pluma, es decir, todo lo que puede volverse un libro cuyo contenido, en primera instancia, es un almacenador de información. La Biblioteca, así, es el centro de infinitas posibilidades, la variedad inagotable (o <<análisis combinatorio>> de secuencias y códigos, símbolos y espacios) que, no obstante, no se despega de las reglas de la gramática y ortografía. ¿Puede existir un lenguaje (humano) sin el espacio, donde el libro sea sólo una gran vocal, consonante o palabra? ¿Podemos romper esas estructuras del lenguajes y aseverar que <<abced>> o <<ghlm>> son una unidad que encierran algo inteligible, como si se tratara de un objeto nominal, descriptor o un adejetivo?
Persiste la variedad, pero ella no ha de comprenderse como desorden, sino como una creación (es decir, algo creado) que vendrá a derivarse adecuadamente de las posibiliades infinitas; con esto quiero decir que la variedad es dado por nuestra idea de la posibilidad; encontrándonos en el universo de los mundos posibles , muchas cosas pueden ocurrir de muchas maneras, volver a interpretarse o imaginar que algo pudo ocurrir; no obstante,a pesar de que la posibilidad es una condiciónn para la variedad, los mundos posibles aún siguen ciertas leyes, sean las matemáticas o los puntos y las comas. Siguiendo al Sr Ramsay de Virginia Wolff, si decido emprender una carrera entre la piedra que pateo y Shakespeare, ¿cuántas posibilidades somos capaces de imaginar? ¿En cuántos libros de esta Biblioteca hemos olvidado al poeta y en cuántos él le ha ganado a la piedra? Un espíritu como el de él, ¿qué tan necesario es para el contenido de un libro, que quiere detallar y postular la Vindicación de la existencia? Pero, llendo más lejos, ¿hasta donde se exiteinde esa vindicación, no sólo de los poetas y nosotros, sino también de los pueblos y la historia, los gramos de arena y las Ouvres, los astros y las partículas?
Quiero proponer un ejemplo. Cuando el bibliotecaro, que también es contador, empieza a realizar sus cuentas sobre el contenido de la Biblioteca dirá que habrán nombres de personajes y de sus mundos, dirá los nombres de estos personajes y hará una lista de la composición dentro de ese mundo (sus torres, cerros y mares). Pero, ¿será ese el correcto razonamiento que habrá de llevar el bibliotecario? ¿Deberá decir que eso es lo que se encuentra dentro de una Biblioteca? ¿No podríamos decir que todo esto también perecerá: que, si soy capaz de patear el átomo, éste también superará todo lo vivo? Pero estos tipos de átomos son los que sobreviven porque han sido creados por el particular libro que los encierra (así, existen distintos tipos de átomos: los átomos de Cumbres Borrocosas, de Los viajes de Gulliver, de Fausto de Christopher Marlow, etc). Así, el libro sería más fundamental; no obstante, habrá así de preguntarse sobre lo que éste es: los idealistas dirán que es el título, es decir, la Idea, el Nombre; los materialistas dirán que es la pasta con sus tipos de hojas. Así, la Biblioteca encierra (de manera absoluta) o sólo títulos o sólo pastas: o sólo títulos que refieren a sí mismos -- "Moby Dick" refiere únicamente al título, Moby Dick, sin ser capaz de hablar de los mares, Ishmael o la tripulación--; o sólo pastas cuya profundidad referirá meramente al grosor del libro, y de ninguna manera a la palabra, la oración, el párrafo o al punte que nos lleva de capítulo en capítulo --no es capaz de explicar el nacimiento de la palabra, ésta que tiene el poder de ser densamente rica, es decir, poseer un peso superable al grosor de un simple cuerpo.
Dentro de esta interpretación sobre catalogar lo absolutamente necesario de la Biblioteca, la teoría de los mundos posibles (el cual aquí se comprende que si algo es posible, entonces existe: que si Shakespeare posiblemente nació en cierto mundo, entonces existe, sin que algo más le supere en existencia) se disuelve, pues ninguno de ellos son capaces de aguantar una patada. Aquí como el título se refiere a sí mismo, y nada más --es decir, no puede derivar infinitos modos o propiedades--, y como la teoría materialista falla en proporcionarnos cómo se deriva la escritura, ambas posturas termina por dejarnos insatisfechos.
Si superamos a Shakespeare, la palabra o el Verbum, concluímos que nos quedamos sin el Universo (sin la Biblioteca) y se preserva sólo lo necesario: un nombre o cierto grosor de papel arbitrariamente ordenado --comenzando desde lo que uno ha dicho, enumenrándolo, desde una primera páginas hasta cierto número n de páginas; ¿y las palabras que se encuentran en esas hojas? Como no hay una justificación de la escritura, habremos de verloa meramente como tinta chorreada entre las hojas. Pero, ¿de dónde proviene que esa tinta chorreada esté tan bien ordenada y estructurada en base a lo que parece ser una serie de reglas? El materialista habrá de responder que no sabe, pues en su mundo no hay palabras, sólo tinta chorreada que se comporta de manera inusual (causal), como si obedeciera comandos, acerca de cómo combinar vocales y consonantes para crear un infinito número de palabras --pues los idiomas y lengujaes (no sólo humanos) continuarán naciendo y evolucionando-- y, después, para unir palabra con palabra, generando así infinitos modos o propiedades, es decir, crear un incalculable número de oraciones, basándonos en las reglas lógicas para la posibibilidad: punto, coma, el alfabeto y el espacio; estos símboloso son suficientes, como dice Borges, para enumerar lo desconocido.
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